He dedicado varios años de mi carrera profesional a crear, convencer y vender diseño gráfico, o mejor dicho convencer, vender y crear. Si hubiera vendido viajes de avión, seguramente hubiera sido más fácil -desde aquí hasta un destino por tanto dinero- pero el diseño es algo que no se puede ver hasta que alguien lo ha comprado, no se puede o no se debe si trabajas con rigor, Se ha de tener un compromiso firme de que alguien pagará tu trabajo para dedicarle tiempo. El diseño gráfico no es algo que se pueda aprovechar para otra venta; es único y exclusivo para cada cliente.
De ahí la dificultad de hacer entender a los clientes, que la imagen de su empresa será correcta, que tendrá el carácter y la forma adecuada para el fin que se persiga. Se debe desconfiar del que ofrece varias alternativas en la primera reunión, por bonitas que sean. El “diseñador” o mejor dicho el dibujante habrá creado, con mucho esmero probablemente, elementos gráficos que responden a sus gustos e incluso a los del cliente, pero solo por casualidad acertará con los gustos del cliente y los conceptos que debe trasmitir la marca. El cliente por su lado, escogerá el que más le guste sin tener en cuenta muchos factores que impone el mercado. Las imágenes creadas sin un estudio previo de la empresa, el mercado y las necesidades de uso, encontrarán infinidad de impedimentos durante la fase de implementación, por ejemplo, un logotipo quizá no se pueda reproducir en un sello de caucho o los colores pensados para la imprenta no tengan buena reproducción en Internet, que se parezca a otra marca que aporte valores negativos a la nuestra, o cientos de pegas más que se podrían haber resuelta con un test de viabilidad y si hubiera sido elaborado por un diseñador profesional. Es importante tener en cuenta la diferencia entre dibujante y diseñador.
La próxima vez que andes por tu barrio, fíjate en los bonitos rótulos que dicen en letras grandes “Regina Reus” (por ejemplo) y en pequeño, casi ilegible “zapatos”. Nadie conoce a Regina y todo el mundo sabe qué es una zapatería; habría que cambiar el orden de importancia de los textos. Otra cosa es que el rótulo sea “Marco Aldany” peluquerías, en este caso, la empresa ha invertido muchos recursos en crear una imagen de marca y puede ponerla por encima de la descripción de local, ya que el nombre es una diferenciación estratégica positiva, o el Corte Inglés, Zara, Mercedes, Volvo, Coca-Cola, etc. Algunos pequeños empresarios creen que emulando a las grandes marcas están haciéndolo bien y este es un error muy común que evitarían poniéndose en manos de profesionales.
José Ignacio Mena – inmersiononline.com